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La carne [José Suñé López]

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La luna apenas aparecía

escondida entre los edificios

de los laberínticos callejones

donde las cascadas

del pesado aire

y

las nubes de la humedad

daban cobijo

a los charcos que solo reflejaban

las luces naranjas

de las farolas.

No había llovido:

algún borracho habría orinado,

o las botellas rotas,

quizás el barrendero regó.

La única plata

era el papel de aluminio

de algún fumador

de base o de caballo

y

a lo lejos el rumor del tecno,

otro estúpido que no se atreve a morir...

Si es que alguna vez se fueron,

vuelven esos viejos malos tiempos.

Creo que nunca he salido de la crisis,

mi ciudad no quiere dormir,

teme que si cierra los ojos,

esclava, de sobredosis,

morirá.

¿Olor a mar?

Las gaviotas vienen orgullosas

a cazar palomas, ratas y gatos,

olor a amor, vamos al bar de la Barceloneta

allí al fin nos emborracharemos.

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