El ciudadano argentino Juan Pablo Torroija vivía en un Okupa de Girona, España. Hace veinte días fue detenido por la policía y golpeado de forma salvaje. Agonizó durante dos días en un hospital y murió en circunstancias extrañas. Ni su familia ni el consultado argentino fueron avisados de la muerte.
[Orgia de los sueños]
Hace siete años, Juan Pablo se fue a vivir a España. Quería estar al lado de Jazmín, su novia de entonces. Se vinculó al movimiento okupa de Barcelona, que busca recuperar viviendas abandonadas. El año pasado, cuando la Marcha de Los Indignados se desperdigó por Europa, las cosas se pusieron difíciles. A él y a todos sus compañeros de militancia los echaron de los viejos edificios y empezaron a perseguirlos. Tuvo que irse de la okupa Barna y llegó a Girona.
De 41 años y con una hija pequeña, en la nueva ciudad tenía pocos amigos. Todos sus conocidos estaban en Barcelona o en La Plata y Buenos Aires, sus territorios de antes. Estaba buscando naturalizarse en España y por eso tenía sus documentos en regla. En cada registro que firmaba, Juan Pablo dejaba el teléfono de su excompañera española: por si lo necesitaban, por si alguien lo buscaba.
[Calavera]
El 10 de julio, a días de su cumpleaños, Juan Pablo desapareció. Este sábado, tras 18 días de buscarlo y llamarlo a los teléfonos de sus conocidos, la familia Torroija se enteró de que llevaba muerto dos semanas. También supieron, en Argentina, que algo extraño le había pasado.
Ese día, o tal vez el miércoles 11, la Policía de Girona, conocida como Mossos d’Squadra, lo detuvo en la calle. Estaba solo. Lo llevaron a la Comisaría Vista Alegre y de allí al Hospital Trueta, en el centro de Girona; al menos la ambulancia provenía de ese lugar. Aún no había amanecido. Tenía signos de ahorcamiento. La Policía dijo que Juan Pablo había intentado suicidarse. El relato de otro inmigrante dice algo diferente.
Un chico italiano llegó el 13 de julio a la casa de Mariano, uno de los pocos conocidos de Juan Pablo en la nueva ciudad. Le dijo que estaba en el hospital y que unos policías lo habían ahorcado; eso le describió con señas y casi en silencio. Después, el chico italiano se despidió. Solo agregó que él también se iría: los Mossos d’Squadra lo habían amenazado y ahora temía por su vida.
El conocido de Juan Pablo fue al hospital y lo vio agonizar. El cuerpo está guardado en una morgue judicial de Girona.
La familia Torroija se enteró este sábado de esa parte de la historia. Tuvieron que esperar que un amigo de Juan Pablo fuera a España a buscarlo y allí se encontrara con el relato de Mariano, el otro okupa. “Nos dijo que cuando Mariano lo vio estaba todo golpedo en la cabeza, en las costillas del lado izquierdo, en los brazos y con el cuello todo marcado, no por soga, sino por trauma. Que en todos esos lugares estaba cubierto con cinta blanca, como tapando los golpes”, contó una allegada de la familia.
Los médicos del Hospital Trueta habían dicho que el argentino tenía daños irreversibles por la asfixia. El 14 de julio, Juan Pablo murió. Según sus familiares, quien lo vio con vida no pudo avisarles porque no sabía cómo comunicarse: la Policía no le había entregado los objetos personales, donde tal vez estaría anotado un teléfono, un correo, una dirección.
El cónsul argentino aún no ha tenido acceso a la causa. Su muerte debió ser informada al consulado argentino en Girona, así también el proceso judicial que significó la aprehensión. “El cónsul de Argentina en Barcelona se enteró el sábado de la historia. Se presentó hoy al fiscal y no le dieron más explicación que la informada en la autopsia. Hay en este caso violación a los Derechos Humanos, estamos hablando de apremios ilegales y de torturas en situación de cárcel”, dice una allegada a la familia.
Entre Argentina y España hay un océano de distancia. Eso lo saben ahora los familiares de Juan Pablo. Primero, no han podido investigar los hechos o elevar un reclamo de justicia; segundo, no han logrado la repatriación del cadáver. Los amigos del okupa, antes asentados en Barcelona, hoy andan dispersos por toda España, no son ya el grupo cerrado y fuerte de antes de la crisis económica, que podría luchar contra algún desmán oficial. Sus conocidos en Girona son pocos y tienen miedo: temen que por escarbar en el caso de Juan Pablo los persigan aún más, que, como dijo Mariano, “se les vuelva a ir la mano”.
El hermanastro de Juan Pablo, junto a su excompañera y su hija, se presentaron con abogados al Juzgado N.° 1 de Girona. Sus intenciones eran que se realizara una nueva autopsia y que los policías que actuaron en la detención fueran interrogados. El juez desestimó ese pedido y agregó que no hay más para investigar: que la muerte del okupa argentino fue un suicidio. Al paso de los hechos, la causa será archivada en 15 días.
La respuesta que obtuvieron las autoridades consulares no fue mayor. Les entregaron el acta de la autopsia y el gobierno local les pidió disculpas por no haber informado del fallecimiento del ciudadano argentino.
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