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Un día vimos a Joan Miró más cariacontecido que nunca. Le preguntamos la razón: “Ya sabéis que esos criminales franquistas han asesinado al anarquista catalán Puig Antich con el garrote vil, un sistema medieval que desde hace años ninguna nación utiliza en el mundo. Anteayer nos reunimos en el Moulin de la Galette, recogimos muchas firmas; pero ninguna campaña ablandó a Franco, ni siquiera la intervención del Papa”. Y añadió ensimismado: “Es curioso, me impresiona mucho que yo acabara ‘La esperanza del condenado a muerte’ el mismo día en que ejecutaron al pobre muchacho, sin que yo lo supiera” (contado por Ramón Chao en Le monde diplomatique – junio 2013).

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