Enfrentan el debate con la imposición, no dan lugar a tratar y validar los temas por igual, chocan con los axiomas que imposibilitan el análisis dialéctico, y de ahí, evidencian que lo que realmente existe son las relaciones de poder de quienes, por más que los contenidos cambien, se empeñan una y otra vez más en mantener las antiguas formas en cuya naturaleza subyacen sus privilegios.
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