Sobre la estropeada cerámica,
que con sus baldosas cubre del hogar el suelo,
pasea la cucaracha
alimentándose de la soledad
en un interior donde los jardines
destruyen los colores de una selva muerta.
Las cosas se pierden,
junto con los pensamientos
y la felicidad
que de mi mente huyen.
Una vez más el dolor de los hijos,
una y otra vez un futuro de derrotas sin luchas.
Vuelve la realidad destruyendo mis propios sueños
y presiento, que también son destruidos
los sueños de los amados.
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