Carta de Xavier Cañadas Gascón a Tinta Negra:
Buenas tardes.
Me llamo Xavier Cañadas Gascón y estuve ocho años preso por el atentado del Estado contra la Sala de Fiestas SCALA DE BARCELONA, atentado atribuido por la policía a los anarquistas de Barcelona... todo un montaje policial del que aún hoy no se sabe casi nada.
Os he descubierto hoy deambulando por los artículos de kaosenlared y veo que en vuestra página tenéis libros libertarios.
He escrito tres libros que están editados pero que los puedo ofrecer en pdf descarga gratuita, ya que la intención no es lucrarme con ellos sino difundir experiencias que pueden servir a compañeros/as.
Los libros son, por orden de edición y elaboración:
ENTREMUROS (Las prisiones en la transacción democrática) Ed. Muturreko Burutazoiak (Las vivencias de ocho años de prisión)
EL CASO SCALA (Terrorismo de estado y algo más...) Ed. Virus (Lo poco que sé del montaje policial-judicial)
EL TUBO (Terror y miseria en las cárceles españolas de la democracia) Ed. Aldarull (Cinco meses de aislamiento y tortura)
El enlace a los libros está en nuestra página web concretamente en el enlace http://insurreccionalista.org/?cat=20

La dispersión de los presos políticos, llamados terroristas desde diciembre de 1978, tras la aprobación de la “Prostitución Política”, no es algo perteneciente a la actualidad sino que se remonta a los primeros años de la “transacción democrática” que ya entonces pretendía castigar a los familiares de los presos más que a los propios presos, ya que la ausencia de libertad era la misma cerca de casa que a mil kilómetros.
El Penal de Segovia era la mazmorra a la que íbamos a parar los presos libertarios, los de ETA iban a Soria y los del GRAPO a Zamora.
El libro narra en primera persona cinco meses de celdas de aislamiento, dos meses y medio en la galería de tortura conocida como “El Tubo” del Penal de Castigo de Ocaña (Toledo) y dos meses y medio, sin torturas físicas en celdas de aislamiento en el Penal de Segovia.
Los deseos frecuentes de suicidio para acabar con aquella situación infrahumana y la lucha interna e ideológica para sobrevivir a la guerra psicológica, si te suicidas se ha acabado el dolor pero han ganado ellos…
Desde los inicios de la democracia, los carceleros –mal llamados funcionarios de prisiones-, en su mayoría han participado en sesiones de tortura física contra presos, seguramente atendiendo a la deshumanización individual que supone opositar al cuerpo de prisiones, hay que ser muy hijo de puta para ello.
Históricamente los carceleros ascienden de puesto, no por estudios ni por presos resocializados sino por su capacidad para producir cuanto más dolor mejor, con el único fin de eliminar las conciencias de las personas rebeldes.
La tortura en el interior de las prisiones no está pensada como dicen para presos violadores y asesinos peligrosos, sino a personas con conciencia de clase y con altos valores de solidaridad y apoyo mutuo que se niegan a colaborar con el sistema penitenciario aniquilador y que siguen sobreviviendo para un día poderse fugar, son sin saberlo muchos de ellos, verdaderos anarquistas encarcelados.
35 años después, los mismos interrogantes del principio ¿Quiénes y por qué destruyeron la sala de fiestas? ¿Qué materiales explosivos utilizaron? ¿Por qué el gobierno impidió el peritaje de los escombros? ¿A quienes protegían realmente?...
Lejos de pretender esclarecer nada, se trató de un atentado cometido por los Servicios Secretos del Estado, a quienes no les importó asesinar a cuatro trabajadores, tres afiliados a CNT y uno a UGT y acusar a un grupo de militantes de la CNT para que esta apareciera ante la población como organización terrorista.
El 15 de enero de 1978, la CNT convoca en solitario la mayor manifestación legal en Barcelona, más de 500.000 personas salen a la calle para oponerse a los “Pactos de la Moncloa” y a las “Elecciones Sindicales”, al término de la misma arde la sala de fiestas Scala de Barcelona asesinando a cuatro trabajadores, dejando sin empleo a más de 250 personas y destruyendo totalmente las cinco plantas del edificio.
En el libro no se dan demasiados datos, porque realmente, el hecho de que la causa aún hoy sea “Secreto de Estado”, impide el esclarecimiento de los hechos.
El último capítulo es esclarecedor, es un extracto de un texto escrito por Alejandro del Toro Marzal para la revista “Cuadernos Jurídicos” en el que deja entrever la autoría de los Servicios Secretos del Estado y dice que si entonces lo hubieran hecho público, hubiesen puesto en peligro la incipiente democracia. También deja claro en su escrito que los anarquistas condenados a 17 años, no tuvieron nada que ver con el atentado pero que había que condenar a alguien, sobre todo después del montaje mediático orquestado por la prensa cuando fueron detenidos y en noviembre de 1980, una semana antes del juicio.
¿ALGÚN DÍA SE SABRÁ QUIÉNES FUERON LOS ASESINOS?...
Son las vivencias narradas en primera persona por el autor del libro que estuvo ocho años en la cárcel acusado del atentado a la sala de fiestas Scala de Barcelona, el 15 de enero de 1978. Son las luchas de los presos de la época, la COPEL, los cortes de venas, las huelgas de hambre, las fugas y los centenares de túneles para fugas, las celdas de castigo y aislamiento con sus correspondientes torturas a manos de la policía y los propios carceleros, los secuestros, los asesinatos de compañeros, la dispersión que entonces ya existía, Segovia, el penal destinado a todos los presos libertarios… y como poco a poco, el sistema penitenciario de va haciendo cada vez más irracional, más violento, más exterminador, sobre todo a partir de la llegada del PSOE al poder.